Todos estudiamos para ese examen. Yo estudié como cojuda. Leí, subrayé, resumí, hice mapas conceptuales, me rompí el cerebro (a última hora, pero lo hice). Maldito profesor metalero, con su panza desafiando a la gravedad y los botones de su camisa a punto de salir volando. Maldito profesor con sus audífonos y su ipod a todo volumen escuchando Master of Puppets de Metallica. Maldito profesor con su jueguito en la mesa, simulando la batería de la canción y tu tarareo. Maldigo tu panza, tu ipod, tus dedos de olluco y tus malditas ganas de hacer las preguntas más inesperadas en todos tus putos exámenes. Me enseñas de Incoterms y me preguntas de Cristóbal Colón. Me enseñas verde y me preguntas fucsia. Encima fui un domingo a las ocho de la mañana, por ti, maldita sea; porque quería aprender, porque no quería jalar tu curso, porque hasta me caías bacán. Hasta te tenía respeto porque teníamos los mismos gustos musicales y me encantaba hablar contigo de Led Zeppelin. Igual pasó, viejo gordo.
Estábamos todos sentados esperando nuestra segunda evaluación continua. Yo ya tenía un 08 en la primera, que según yo fue porque no había estudiado lo suficiente. Una cagada total. Estábamos sentados, entraste y pusiste tus gordos brazos en la mesa. Empezamos con clase, yo estaba segurísima de que este examen iba a ser más fácil que bailar Rock'nRoll. Nos entregaste las pruebas vacías y vi todo en chino mandarín. Escaneé todo el examen, pregunta por pregunta, opción tras opción. "¿Qué mierda es esto?" pensé. El cerebro no me daba. Miré a mi costado, alguien escribía como loco. Al otro lado, otro se golpeaba el mentón con el lapicero. Miré al techo, a ver si Dios o alguien me iluminaba y Cibertec se incendiaba, para poder librarme de ese examen de mierda. Hasta deseé que Fujishima se desmayara de nuevo, como en aquel examen de Marketing, donde el profe se la llevó al tópico y nosotros plagiamos como en el infierno. Pero nada de eso pasó.
Intenté recordar todo lo que me habían enseñado, mi mapa conceptual, mis temas subrayados, mis resúmenes, todo. Era en vano, tenía la mente en blanco, sudaba como un chancho y encima estabas sentado en frente de mí, y encima me distraía porque en tu maldito Ipod sonaba Heartbreaker de Zeppelin. No podía concentrarme, cantaba la canción, movía mis dedos al ritmo de la batería, me miraste, y señalaste mi examen, como diciendo "Resuelve tu prueba, mierda, acá el que canta soy yo" miré nuevamente el examen, las preguntas, las opciones. Puse mi nombre, cualquier huevada en una pregunta y marqué dos opciones que me parecieron coherentes. Terminó la canción, me paré y te entregué la prueba. Me miraste con decepción y me fui.
Después de una semana nos devolviste los exámenes, y a pesar de que tenía ciertas esperanzas, ya lo veía venir, panzón. Dijiste mi apellido, me paré y me dirigí a tu sitio. Tenías una mirada extraña, me moviste la cabeza de un lado a otro y me preguntaste "¿Qué pasó?" te dije "no se, creo que fue la canción, usted me distrae con su música profe" y te reíste, pero luego te pusiste serio: "no, en serio, mejora esto, porque vas a jalar" y me estiraste el papel doblado. Esperé a estar bien sentadita en mi silla y segura que ninguno de mis amigos me vea para abrirlo y ver algo que nunca en mis 21 años había visto. Grandote, y pasado varias veces con lapicero rojo, como quien dice "¡mira, por cojuda!" estaba mi 00, ¡CERO CERO! Me cagué de risa, lo doblé en varios cuadraditos y lo metí en mi cartera.
Creo que no sirvo para esta carrera de mierda.
Creo que no sirvo para esta carrera de mierda.