jueves, 20 de septiembre de 2012

Mi encuentro con el "Gangnam style"

 La semana pasada, el viernes, estaba yo muy tranquila en casa, había vuelto de mis exhaustivas vacaciones y me encontraba navegando por el facebook y el twitter, era una tarde como pocas. Mi mamá me preparaba el almuerzo, y desde la cocina me lanzó una pregunta extraña: "¿Haz visto el baile del caballo?". Intenté no hacer caso a su pregunta, pensando que tal vez se había confundido, y que había preguntado cualquier otra cosa menos eso, pero ella salió de la cocina con su cucharón en la mano e hizo algo inimaginable: salió brincando, con los brazos estirados de frente y las dos manos juntas. Era el baile del caballo... en realidad era el baile de un caballo siendo atropellado brutalmente por un trailer. 

 Me quedé viendo a mi madre por aproximadamente seis segundos luego de que hiciera tal espectáculo y le pregunté qué carajos acababan de ver mis ojos, y solo hizo un ademán de desprecio y volvió a su cocina diciendo "¡No sabes nada de los bailes del momento, menos mal tengo a Jorgito (mi hermano) y él me enseña! ¡Cuando salió Axe Bahía, igualito, no me quisiste enseñar los pasos!". No pude evitar reírme a carcajadas mientras intentaba decirle a mi madre que el tema con esos calatos brasileros era justamente el mismo de toda la vida: que ella jamás aprendía los pasos de nada, y que casi todo lo bailaba mal. 

 Me quedé con el trauma post-baile de mi madre por varios minutos, luego decidí, ya que estaba web-eando, buscar en google dicho baile. A diferencia de otras veces, la canción me pareció graciosa, divertida y muy bailable. Me imaginé con mis dos mejores amigas, en alguna discoteca de la ciudad haciendo todos los pasos y bailando como locas. Luego sacudí mi cabeza y cerré de inmediato esa basura. Esa basura era demasiado pegajosa, era como hipnotizante. 

 Días después, ya el martes, cuando regresé a la oficina luego de mis vacaciones, mi compañero de sitio, Pablo, me dijo: "Oye tienes que escuchar esto". Me acerqué a su sitio, me puso sus audífonos y le dio al play. Era esa canción, era esa basura del Gangnam Style. No pude evitarlo, la escuché hasta el final, maldita sea, me gustó. "No tiene nada de malo" me dije a mí misma. Luego me dijo que tenía también el vídeo y acepté verlo. No me arrepiento de nada, aprenderé la letra de esa canción para que me metan bala mientras la canto el día del terremoto, este 21 de Setiembre en la plaza San Martín. Ok no.




*Google imágenes.




miércoles, 5 de septiembre de 2012

Rita, mi perrita.

 Decidí escribir esta entrada por muchas razones. La más importante -creo yo- es porque quería que todos conocieran al genial amigo que tengo. Para mucha gente, Renzo puede resultar -a primera impresión- creído, raro, tonto y muchas cosas más; pero para mí, Renzo Medina es un chico especial, con sueños iguales a los míos, y tal vez con las mismas ganas de realizarlos que yo. Es un chico que vive su vida de manera especial, como pocos, y no le da vergüenza decirlo. Renzo es un chico que día a día se levanta con ganas de ser feliz, es sencillo, tierno, es un poco loco, jodido y arrebatado. En pocas palabras, es completamente perfecto para ser mi amigo.

 Lo conocí en Octubre del 2011. Entraba a un nuevo salón, con amigos viejos y gente nueva. Recuerdo que él se sentaba al fondo, con dos rubias y Ricardo, y a pesar de que el primer mes que lo conocí me cayó asquerosamente mal, por esas primeras impresiones que mencioné arriba, no pasó mucho tiempo para que se convirtiera en quien es ahora para mí. 

 Recuerdo claramente el 31 de Octubre del 2011: era su cumpleaños y yo me enteré el mismo día, cuando de la nada le hice el habla y le pregunté qué planes tenía por Halloween. Me dijo algo tímido: "Hoy es mi cumpleaños" y yo, recontra bestia y sin tino, le dije que qué bacán, que yo tenía una fiesta de disfraces. Al rato me di cuenta, y le escribí en un papelito algo así como "Que tengas un lindo día", y a partir de ese momento, si mi memoria no falla, empezamos a sentarnos juntos y a conversar. Era una cosa de todos los días que salgamos a comprar, a hacer hora, a fumar un pucho en la puerta (mamá, él nomás fumaba por si acaso). Conversábamos de casi todo y nos reíamos de casi todos. Éramos tan geniales, junto a Ricardo, María y Melissa. Poco a poco nos teníamos más y más confianza. Pasó navidad, año nuevo, seguíamos en clases. Fuimos a beber a su casa con un grupo más del salón, conocí su hábitat. Me contó cosas suyas, entre risas y puchos, estudiamos juntos para nuestros exámenes y nos sentábamos juntos para plagiar. Jalamos los mismos cursos también. Todo era un cague de risa para nosotros. Nos pasamos el primer ciclo en hueveo intenso, y no nos arrepentimos.

 Por motivos de plata y demás cosas dejé el ciclo siguiente, entonces ya no lo veía todos los días como había acostumbrado, ni a él ni al grupo, pero él y yo nos escribíamos a diario. Todos los días al llegar al trabajo, abría mi correo y ahí estaba el suyo, puntual, siempre temprano, contándome algo gracioso del día anterior, algún sueño, algo que quería hacer o simplemente preguntando qué tal había amanecido, si ya había desayunado, etc. Nos hicimos cómplices de muchas aventuras: entre ellas paseos, salidas casuales a beber ron con coca cola en la pileta de Salaverry al frente de Cibertec, comidas con María, sus actuaciones, y un sinfín de cosas que nos unieron demasiado. Y hasta hoy, no hay un solo día que no nos hablemos. Y me da gusto.

 Muchas gracias Renzo, por tantos momentos de risa e idioteces, gracias por no avergonzarte de mí cuando andamos en la calle y yo hago mis estupideces. Gracias por estar tan mentalmente dañado como yo, por compartir mis alegrías y reírte de mis tristezas (sé que eso último lo haces de buena onda, perra) Gracias por planificar conmigo viajes y paseos y visitas y demás cosas, y ojalá nos alcance la vida -y la plata- para hacer todo eso, para viajar a Colombia. Gracias por recordarme que me estás hablando, cuando de casualidad ignoro un mail tuyo y me mandas otro diciendo "no me ignores mierda", "cojuda te estoy hablando", "Por qué chucha no me haces caso", etc, etc, etc. ¡TE QUIERO!