Lo recuerdo como si fuera ayer. Estábamos alrededor de doscientas alumnas sedientas de libertad en la puerta de salida del rico Fanning. Hacía calor, no nos dejaban salir y eso ocasionaba que cada vez más chibolas se aglomeren para poner un pie en la calle y correr a chapar su micro o -con suerte- a su pelado del Alfonso Ugarte o el Melitón. En medio de la multitud, estaba este pequeño pericote, con sus lentes y su tamaño promedio-bajo, soportando el calor y los empujones. La sub-directora había dado la orden de que nadie saliera del colegio hasta revisar todas las mochilas. Se había perdido un puto audífono del laboratorio de computación. Una tarada se había robado algo e iba a pasar el peor roche de su vida cuando la descubran (sobretodo porque conociendo al alumnado de mi cole, fácil hasta moría ese mismo día la pobre).
Como se iba haciendo más y más tarde, las alborotadas alumnas aprovecharon para ponerse -digamos- bellas para la sarta de delincuentes que las esperaban afuera -llámese enamorado-. Se empezaron a pintarrajear, a peinar y a echar diversos menjunjes en la cara para estar presentables. Yo, como era chata, asmática y muy irritable, estaba como cucaracha cuando le echan raid. Los diferentes olores de los perfumes de cyzone de moda se juntaron en el aire que estaba respirando e hicieron una mezcla vomitiva. El calor de Abril, el olor a ala fannista, uno que otro olor que no mencionaré y ENCIMA los perfumes de mierda... yo estaba muriendo de asfixia. Pero bastó una pequeña pulverización de DANCING (léase "perfume barato de Cyzone que TODAS las chibolas usaban en el 2006") para que mi pequeño ser lentudo y pacífico se achore tipo Videl cuando Spopovich le estaba sacando la mierda. Así.
No vi bien quién fue la chica que se bañó con el dancing, pero cuando el olor llegó a mis fosas nasales la respiración se convirtió para mí en un deporte extremo. Mi cara estaba hirviendo de cólera, la cabeza me dolía de tanto calor y mi reloj marcaba la 1:56, hacía millones de minutos debería haber estado en mi casa pero NOOO... La chica de adelante volvió a echarse el vomitivo perfume y solo atiné a gritar: "¡¿QUIÉN HUELE A PUTA?! ¡NO TE ECHES MÁS, APESTAS IGUAL!" -Error: pensar en voz alta, a voz en cuello. Lo que vino a continuación fue una puteada infinita, amenazas de muerte, "¡afuera te espero!", "UUUUUUHHHHH"'s por parte del millón y medio de alumnas y "¡A VER ALUMNAS, CALMA!" por parte de la auxiliar. Pero yo, como buen pericote escurridizo y pequeñito, ya tenía un pie afuera del colegio. Como pude me puse en la primera fila, me revisaron la mochila y la piqué, sobretodo porque descubrí que quien olía a puta era nada más y nada menos que una gigantezca adolescente de quinto de secundaria, que bien pudo sacarme la mierda como Spopovich a Videl. De la que me salvé.
JAJAJA de hecho existe |