lunes, 26 de agosto de 2013

¡Tengo pinky friends!

 Ok. Sé que en una entrada anterior dije que no quería tener amiguis porque no quería distraerme y eso, pero fallé. Mi alma amiguera salió a pasear y ahora, después de una presentación en el curso de relaciones públicas, todos somos patas en el salón. Ok, menos unos cuantos, pero la gran mayoría al menos ya se habla, se bromea y uno que otro se va por la ruta. Es que así funcionan las cosas, a menos que seas bien tímido(a) o antisocial/emo. 

 El primer día de clases, el sábado pasado, fue gracioso ver cómo uno a uno entraba al salón, se sentaba lo más alejado posible del otro, miraba a todos lados y no decía palabra alguna. Me incluyo. No sé qué sentirían los demás, pero yo sentí mucho miedo, un miedo de no saber qué decir, no saber a quién hablarle o no saber cómo actuar. La profesora llegó, se presentó y nos hizo presentarnos a cada uno. Me di cuenta de que no era la única que había pasado de estudiar una carrera a estudiar ésta, que habían ex estudiantes de contabilidad, de cocina, de administración, de negocios, de marketing, de ingeniería. Me sentí identificada de inmediato, pero no dije nada, seguí forever alone sin hablar con nadie. 

 El lunes no entendí qué hacía ahí. Me había dado una alergia asesina y todo me daba vueltas. Sólo recuerdo que la profesora habló desde las 6:50 hasta las 11 y no sé si hubo break. No hablaba aún con nadie, tenía dos chicos en las computadoras de mi costado y sólo le hice un comentario a uno de ellos: "¡Me estoy muriendo!" y él se río. La profesora dejó una tarea, por fin se hicieron las once de la noche y pude irme a mi casa. Lo único bueno es que vivo a cinco cuadras y llego rapidísimo, si no, qué flojera salir a esa hora.

 El martes fue un día bastante divertido, ese día tocó Relaciones Públicas. El profesor se mostró buenísima onda y nos hizo presentarnos cada uno al frente, nos hacía unas cuantas preguntas y podíamos explayarnos contando una que otra cosa graciosa del pasado. Fue la muerte escuchar las historias de cada uno, lo que habían sufrido al elegir la carrera, lo mucho que habían deseado estudiarla y una que otra anécdota chistosa. Me maté de risa con cada historia, se mataron de risa con la mía (¬¬) y empezamos la clase. Estuvo bastante entretenida, me gustó mucho. Entablé conversación con un chico que estaba en el asiento de atrás, una chica de adelante y como el profe nos soltó a las nueve, de pronto en la puerta ya éramos Stephany, Inés, Bill, Pierre y yo, y nos estábamos yendo a comer bembos.

 En bembos hicimos el escándalo de la vida, nos matábamos de risa de todo, era como si nos conociéramos de tiempo y apenas había pasado media hora. Inés nos contó que la cicatriz que tiene en la frente se la hizo porque le cayó un pedazo de techo en la cabeza (o algo así) y que, como era reciente, tenía todavía los puntos y Pierre lanzó un comentario como: "aaaah, eso era, yo pensé que te gustaba Harry Potter", lo que ocacionó que, luego de partirnos de risa, la llamemos Potter durante toda la semana. Pierre contaba que en el cole bailaba mucho axe bahía pero de ahí cuando llegó el reaggaetón, todo cambió a ♪quiere chuculún, toma toma chuculún♪, por lo que su chapa es chucu (porque el viernes nos dijo que "chuculún" sonaba muy maleado, y de hecho lo es). Stephany me deletreó mal su nombre al momento de agregarnos al WhatsApp, por lo que ahora yo la llamo ESTAPANI. Bill no tiene chapa porque su cara es dificil de descifrar y le ponemos una cada cinco minutos y yo, bueno, a mí me dicen "rara". A pesar de que en ese salón, y en esta carrera, TODOS, absolutamente todos, somos más raros que Lady Gaga.


Aquí estamos todos.