viernes, 30 de agosto de 2013

Hermano

 Nos conocimos en el año nuevo 2005-2006. Yo estaba abrazada con mi en ese entonces enamoradito, Javier. La gente y yo pensábamos en qué fiestecilla delincuencial escabullirnos, un lugar caleta donde no reconozcan nuestros púberes rostros y no nos pidan DNI. En Carabayllo todo es posible, yo lo sé, éramos como siete puntas y de todas maneras entrábamos por ahí. Te vi paradito, indeciso, mirando a todos lados y diciendo que tú no le entrabas. Te admiré toda la noche, el único que no quiso entrar y que no quiso hacer la gauchada que nosotros hicimos, entrando sin pagar y casi de infiltrados. Te admiré y te admiro, hermano. 

 Pasaron muchos meses para volverte a ver. Esta vez venías del cole, estabas con tu uniforme guinda del Raúl Porras, tenías los zapatos enterrados y la cara sudada. No me viste creo, porque te pasaste de frente y me dejaste con la mano alzada, en posición de saludo. No recuerdo más, no me acuerdo si te vi otra vez. Recuerdo que nos agregamos al Hi5, que hablábamos casi siempre y te contaba mis cosas. Gracias a ti y a Choco pude saber que Javier iba a terminar conmigo, porque quería regresar con su novia de casi tres años. A ti te lloré por cámara web, a ti y a choco, porque pensé que me bromeaban pero no: recibí el mail de "rompimiento" dos días después de que ustedes me advirtieron. De haberte tomado en cuenta, le hubiera terminado antes, más cojuda. Qué cosas, Javier y yo somos patas hasta ahorita, después de que me pidió perdón como seis años después. Ah, mira, otra cosa que prueba la grandeza de mi corazón, como me dijiste un día.

 Pasó un poco más de tiempo, era 2007. Te conté que estaba mejor, que había conocido en el Icpna a Alex, que estaba feliz y que quería que tú fueras mi pareja de promoción porque llevarlo a él iba a ser "como que muy obvio". Te mataste de risa y me dijiste que no, que tu enamorada se iba a enojar. Habías empezado una relación con Karla, justo un mes después de que yo la empezara con Alex. Me alegré en el alma de que estuvieras feliz y quise ir a verte. No pude. Me dijiste que normal, que ya habría tiempo para todo, y yo seguí con mi vida estudiantil hasta terminar el colegio. No tuve fiesta de promo, nunca fuiste mi chambelán churro del que mis amigas hubieran sentido envidia. Como era chibola y era estúpida les mentí a todas las chicas del salón, les dije que tenía un hermano mayor, que no vivía conmigo pero que era bien chévere y que siempre me cuidaba y todo. Eso eras para mí, el hermano mayor que -biológicamente- nunca tuve. Y pa' remate, ni mayor que yo eres, porque te llevo tres meses y quince días. 

 Empezamos a vernos más seguido, cuando ya la adolescencia abandonaba nuestros cuerpos y mentes. Me contaste cosas que así nomás la gente normal no se cuenta. Vi en tus mirada perdida una realidad que no conocía hasta el momento. La calle, el rencor, la necesidad de salir de ese hoyo negro que a veces nos toca de vida, las cosas rápidas y el maldito billete. No entendía mucho de qué hablabas porque yo no pasaba por lo que tú, pero intenté en todo momento comprender (porque comprender no es entender, ambos sabemos eso). Te di mi punto de vista, te hablé y te aconsejé lo que pude aquella vez en la casa viendo la peli de Daddy Yankee, hablando de drogas, plata y más plata. Negro, siempre fuimos muy jóvenes para sufrir, cada uno por su lado, cada uno con sus vainas.

 Por mi vida pasaron algunas vainas más, no sé si te conté. Te desapareciste como medio año, y yo ya no tenía mucho tiempo para ir a visitarte a Carabayllo. Se acabó el cole, empezó el trabajo. Muy de vez en cuando sabía algo de ti, y eso era porque la gente me dateaba, porque tú ni entrabas al chat. Pasaron los años y un buen día que decidí ir a verte, conocí a tu hermana menor y al instante la adopté como hermana mía. Tu mamá me trató siempre como una hija; tus primos, como prima. Alex terminó conmigo una vez, pensando que lo engañaba contigo; Karla me trataba mal pensando que tú querías algo conmigo. Luego Alex volvió conmigo, terminó, volvió, terminó. Míranos ahora, Gius, siete años después, tú sigues con Karla, tengo una hermosa sobrina, tengo una hermana cabezona a la que adoro y somos más familia que nunca. Soy una Astupiña más.


 Para mi hermano, que no sólo lo es por una estúpida promesa de amistad adolescente. Te quiero madafaka.