viernes, 26 de diciembre de 2014

Un niño y su libro

 No me emociona la navidad. Los fuegos y las sonrisas son igual de artificiales, todo es tan vacío y triste que, desde hace unos años, preferiría quedarme dormida en lugar de 'celebrar'. Es por eso que siempre salgo los 25. Donde sea, de verdad, donde me lleve el viento. 

 El 23 tuvimos una cena muy linda en el trabajo. Sentada ahí, escuchando a mi jefe hablar, me puso triste pensar que era mi primera navidad lejos de mis amigos de GSS, después de seis años. Me acostumbré a sus abrazos y sus deseos navideños. Ha sido todo un año nuevo para mí, definitivamente haber llegado a la agencia ha sido un cambio radical y ese día, rodeada de los chicos, lo sentí más que nunca. Levanté la mirada y vi gente nueva y, en sus rostros, mi nueva vida. Agradezco mucho por eso. No saben cuánto. 

 El 24 me levanté demasiado tarde. No tenía ganas de nada, sentí que iba a ser un mal día pero todo se arregla simplemente llamando a alguien. No tenía mucho plan, quise ir a Barranco a comprar algo y terminé en la tienda de un amigo bebiendo pilsen y escuchando MamaLion. Excelente tarde al lado de Jano y el Yisus. Me compré dos discos geniales, "ropa hipster" y un collar (soy tan sencilla para ser feliz). Después, de la nada, llegó Víctor. Agradezco a la vida por haberme puesto a Vic en el camino, de verdad que ese niño es un buen amigo. Sabes que le importas a alguien cuando viene desde tan lejos solo para caminar, conversar o hacer nada. 

 Salimos de El Anexxxo (así se llama el local, mal pensado) y caminamos Víctor y yo en dirección desconocida. No había mucho de qué emocionarse, total, noche buena y mis pelotas. Fuimos a una feria cercana y vi a mi ex -ex, ex- y me quedé impactada no solo del susto, sino de lo extraño y wtf que fue verle después de cuatro años. Básicamente me pellizcó el brazo, me dijo "hey" y yo "hola" y volteé a seguir con mi vida. Debí ser más educada y al menos decirle "feliz navidad" pero de verdad me vale madres. Seguí caminando con Víctor y encontramos un stand de libros. Muy lindos todos, no tenía mucha plata pues, de lo contrario, me hubiera llevado varios. Pero algo en mí despertó.

 Vi al pequeño Víctor rodeado de lo que más le gusta -creo-: los libros. Él es un tipo tan inteligente y buen amigo que, habiendo venido desde tan lejos, el corazón se me hizo pasita y decidí hacerle un regalo muy lindo por navidad. Resulta que, quien atendía el stand, era nada más y nada menos que el autor de uno de esos libros, Germán Atoche. Él fue tan lindo que nos explicaba de qué iba su obra y nos decía que entremos al fanpage, la verdad que un chico bastante sencillo. Ya se imaginarán qué hice yo: le dije a Germán que le compraba un libro y, cuando me preguntó sobre la dedicatoria, dije el nombre de mi acompañante amigo. Se lo merece por ser tan lindo con esta loca tira caca. En serio.

 De esta manera sentí que podía retribuirle a este gran amigo las pocas pero valiosas cosas que hemos compartido juntos. Darle la vuelta a la página e intentar ser felices desde nuestros puntos débiles y crecer en conocimientos, experiencias y más. Gracias, sobrino. Espero que seas muy feliz.