miércoles, 17 de octubre de 2012

El cazador.

 Desperté en una cama con sábanas rosadas, almohadones de plumas y amplia, muy amplia. Tenía al lado un banquete inmenso, y yo, fiel a mi estilo, me empujé todo lo que vi hasta quedar satisfecha. Me paré de la cama un poco desconcertada y me di cuenta que estaba en un lugar que no era el mío, y lógicamente, me asusté. Lo primero que vino a mi mente fue "me han violado", pero no. En lugar de estar calata y con moretones, estaba muy limpia, con un vestido precioso y de color crema. Me dirigí al espejo y ahí estaba yo: con un vestido raro, unas botas militares (¿ah?) y un peinado precioso. Algo no me cuadraba, sin embargo, así que salí de la habitación.

 La casa era inmensa y muy preciosa, pero estaba oscura y sucia. No había nadie, hasta donde yo pensaba. Caminé y caminé, en busca de alguien con quien conversar y pedir explicación, cuando de pronto, una voz proveniente de unos parlantes en el techo, me dijo, fina y educadamente, que yo era una perra cochina y que jamás saldría del castillo (Ah, no era una jato, era un castillo). Por obvias razones, yo me empinché, porque a mí nadie me dice que no puedo salir del castillo -Porque lo de perra lo escucho cada dos o tres horas por parte de la perra mayor, así que, de alguna manera, no me afecta, JA. 

 Entonces, retomando la historia: empecé a gritar con todas mis fuerzas que quería salir, que por la putamadre, que quién mierda te haz creído, que esto no es blancanieves y el cazador, y un sinfín de lisuras y cosas raras que no hacían más que provocar carcajadas -realmente escalofriantes- por parte del hombre del parlante. Me traumé y rompí en llanto, intenté buscar la salida, corría por todo el castillo y no hacía más que tropezarme y caer de cara en suelos fangosos, toparme con animales horribles, ratas sin cabeza, aves, conejos ensangrentados, mientras la voz en off seguía insultándome y repitiendo cada vez más fuerte: "NUNCA VAS A SALIR DE AQUÍ". Yo lloraba y lloraba, mi vestido estaba sucio y yo estaba cansada por haber intentado buscar salidas en el castillito de mierda, cuando una nueva voz, luego de insultarme (¡¿Por qué todos me insultaban?! carajo) me dijo que las puertas de acceso se cerrarían en 1 minuto, que tenía que ubicarlas si quería escapar, así que corrí y corrí y vi a lo lejos una puerta verde que empezaba a cerrarse. La alcancé y con todas mis fuerzas la traté de volver a abrir, y me rompí un dedo en el intento, puesto a que estaba demasiado pesada la porquería esa. Llorando y con la mitad de mi dedo colgando, seguí corriendo, y así detenía cada puerta antes que se cierre completamente. Me rompí cuatro dedos en total. 

 A medida que seguía corriendo para que ninguna puerta se cerrara, en el suelo aparecían raíces y avanzaban rápido, como intentando cogerme los pies. Tropecé con una de ellas y me empezó a jalar, pero me zafé y pude llegar a la última puerta. Cuando la detuve y la abrí, pude ver luz, la ciudad era muy extraña, pero por alguna razón sentí que ya había estado ahí. Vi a lo lejos a cuatro hombres, y me acerqué corriendo, dejando el castillo atrás. Cuando me acerqué por completo a ellos, me di cuenta que yo los conocía: eran nada más y nada menos que los técnicos de mantenimiento de mi chamba: Don Mario, Marco, Alberto y Elkin. Me tiré al piso y me aferré a la bota de Elkin, agradeciendo a la vida por haberlos encontrado, pero los tres primeros me empezaron a golpear y me tomaron de los brazos para regresarme al castillo, mientras Elkin les recordaba quién era yo, y les decía que no me traten así, que me dejen ir. Yo peleaba contra tres hombres y ellos me arrastraban de los cabellos de vuelta al castillo, mientras me decían entre insultos y golpes que "mi cazador" no me dejaría salir jamás, y que ya lo iba a conocer... 

Abrí los ojos de golpe; estaba en el medio de mi cama y mi cabello estaba como en punta, hacia arriba. Me vi las manos y mis dedos estaban hinchados  y me dolían. Eran las 5:37 de la mañana de hoy, 17 de Octubre. No volví a dormir. Pendejo sueño, ¿no?